En el año 1560, Santa Teresa percibió dentro de sí la primera petición del Señor que habría de impulsarla a la Reforma del Carmelo. Sintiendo unos deseos incontenibles de perfección, deseaba volver al fervor y rigor de la regla primitiva del Carmelo, y para ello, en 1562,fundó un pequeño convento, de pocas monjas, donde se viviera aquel espíritu primitivo, y que fue semilla de los más de ochocientos que hay en la actualidad, repartidos por España y por todo el mundo.
Con un admirable equilibrio y prudencia sobrenatural, Santa Teresa adaptó el género de vida de los antiguos ermitaños del Monte Carmelo, a las condiciones de un convento de monjas. La regla primitiva, que Santa Teresa implantó en sus Carmelos, ofrece también hoy una doctrina experimentada para conseguir la perfección. En ella se destaca el seguimiento de Cristo, que exige que el alma trate de librarse de los impedimentos que podrían apartarla del fervor de la caridad.
Para lograrlo, la regla añade a la guarda de los consejos evangélicos, el trabajo asiduo, la penitencia, concretada en la abstinencia y ayuno, el silencio y la guarda de los sentidos. Santa Teresa, además de la oración y contemplación, conserva el espíritu ermitaño, la soledad y el silencio, la pobreza absoluta y la austeridad de vida. Presenta la figura de la priora como el centro y el alma de una vida común, vida fundada en la caridad y gozosamente cercada por una voluntaria clausura. Recomienda la humildad como fundamento de todas las demás virtudes, especialmente de la caridad y de una obediencia libre y generosa. Finalmente da a todo ello un sentido apostólico y eclesial, con un sello peculiar de sencillez y radiante alegría. Las Carmelitas Descalzas, pues, están obligadas por su profesión a vivir en obsequio de Jesucristo y a buscar la perfección de la caridad mediante la oración y el trato continuo con Dios. Así, su conducta externa es un reflejo de la vida interior a la que han sido llamadas. Por medio de la vida de Comunidad, todas las monjas se unen a Cristo formando una familia especial, estando en ella todo ordenado de modo que sirva a todas de ayuda mutua para el cumplimiento de su vocación.
La Santísima Virgen María, modelo incomparable para todas las almas de vida contemplativa, lo es particularmente para las Carmelitas, “hijas de una Orden que desde sus orígenes se configuró como toda de María” (San Juan Pablo II).
Un día en el Carmelo
El día comienza en el Carmelo a las seis y media de la mañana (o a las cinco y media en verano) con el toque de las tablillas, que es la señal para levantarse y comenzar las alabanzas divinas con la oración de laudes, seguida de una hora de oración mental y el rezo de tercia. Después la Misa conventual, que es el centro de toda la vida del Monasterio.
Terminado el desayuno, hasta la hora de sexta el tiempo está dedicado al trabajo de manos (labores, huerta, oficios del convento,etc…). El trabajo en el Carmelo se realiza considerándolo como un continuo ejercicio de oración y trato con Dios, dándole una proyección apostólica y procurando mediante él progresar más y más en la unión con Dios y en la santidad.
Después de sexta y examen, se tiene la refección en común y una hora de recreación, que es un rato de expansión y alegría que sirve para continuar después la vida diaria con más ánimo y fervor, donde las monjas pueden hablar entre sí, mientras realizan alguna labor.
A esta hora de recreación se sigue una hora de recogimiento en la celda, que se dedica al trabajo en invierno y al descanso en verano. Se reza después, a las tres, la hora de Nona, a la que se sigue la lectura espiritual, que prescriben las Constituciones, hasta las cuatro. El tiempo que transcurre desde que acaba la lectura hasta la preparación para la oración de la tarde se dedica ordinariamente al trabajo.
Por la tarde, un cuarto de hora antes de la oración, seis menos cuarto, la tañedora toca las tablillas tres veces por el convento, para indicar a las Hermanas que deben recogerse en las celdas. Al rezo de Vísperas se sigue una hora de oración, terminada la cual las monjas van al refectorio para la cena o colación, y después otra hora de recreación. Terminada ésta, a las nueve se rezan Completas, quedando después de ellas un espacio de tiempo durante el cual las monjas están recogidas en sus celdas realizando alguna labor, o lo dedican a la oración.
A Maitines se tañe a las diez y media, y, al menos una hora después, llegado el tiempo de acostarse, las monjas esperan de rodillas en la puerta de su celda a que la tañedora, dando tres golpes con las tablillas, recite una sentencia espiritual, mientras la Madre Priora recorre las celdas dando la bendición a cada Hermana, que, besando el escapulario de la Priora y el suelo, se retira ya a descansar.
Vídeo testimonial con motivo del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús
CARMELITAS DESCALZAS DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN
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28801 Alcalá de Henares
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Para conocer más sobre el carisma y la historia de la fundación de este monasterio descargar en pdf el libro: «El Carmelo complutense».