Vocación particular a un estado de vida

Jesús les dice: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra (Jn 4,34).

María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró (Lc 1,38).


Al igual que el Señor y Nuestra Madre, que no hicieron más que la voluntad del Padre, hemos de buscar en todo hacer la voluntad de Dios. Esta voluntad se hace concreta para cada uno de nosotros en un estado de vida que Dios ha pensado y que hemos de descubrir. Tres son los estados de vida que se encuentran en la Iglesia:

1-MINISTERIO ORDENADO: obispos, sacerdotes y diáconos.

Para apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios, ordenados al bien de todo el Cuerpo. Pues los ministros que poseen la sacra potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos pertenecen al Pueblo de Dios […] alcancen la salvación (Lumen Gentium nº18).

2-VIDA CONSAGRADA: institutos de vida contemplativa, institutos de vida apostólica, vida eremítica, vida monástica y conventual, orden de vírgenes, nuevas formas de vida consagrada, etc.

Los consejos evangélicos de castidad consagrada a Dios, de pobreza y de obediencia, como fundados en las palabras y ejemplos del Señor […] son un don divino que la Iglesia recibió de su Señor y que con su gracia conserva siempre (Lumen Gentium nº43).

3-LAICADO: soltero, casado.

Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos […] que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde. El carácter secular es propio y peculiar de los laicos […] A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios (Lumen Gentium nº31).

El estado de vida laical tiene en la índole secular su especificidad y realiza un servicio eclesial testificando y volviendo a hacer presente, a su modo, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, el significado que tienen las realidades terrenas y temporales en el designio salvífico de Dios. A su vez, el sacerdocio ministerial representa la garantía permanente de la presencia sacramental de Cristo Redentor en los diversos tiempos y lugares. El estado religioso testifica la índole escatológica de la Iglesia, es decir, su tensión hacia el Reino de Dios, que viene prefigurado y, de algún modo, anticipado y pregustado por los votos de castidad, pobreza y obediencia. Todos los estados de vida, ya sea en su totalidad como cada uno de ellos en relación con los otros, están al servicio del crecimiento de la Iglesia; son modalidades distintas que se unifican profundamente en el «misterio de comunión» de la Iglesia y que se coordinan dinámicamente en su única misión. De este modo, el único e idéntico misterio de la Iglesia revela y revive, en la diversidad de estados de vida y en la variedad de vocaciones, la infinita riqueza del misterio de Jesucristo (PP. San Juan Pablo II Exhortación apostólica Christifideles laici nº55).



Santa Faustina Kowalska
Diario

Tu santa voluntad es la vida de mi alma.
Ella me ha enseñado a amar interiormente a Dios y cómo cumplir su santa voluntad en todo. María, Tú eres la alegría, porque por medio de Ti, Dios descendió a la tierra y a mi corazón.
El verdadero amor a Dios consiste en cumplir la voluntad de Dios.
Ahora comprendo bien que lo que une más estrechamente el alma a Dios es negarse a sí mismo, es decir, unir su voluntad a la voluntad de Dios.
En víspera del día de los difuntos, cuanto al atardecer fui al cementerio que estaba cerrado, pero entreabrí un poco la puerta y dije: Si desean, queridas almas, alguna cosa, la haré con gusto, dentro de lo que me permite la regla. Entonces oí estas palabras: Cumple la voluntad de Dios. Nosotras somos felices en la medida en que hemos cumplido la voluntad de Dios.
Jesús se inclinó a mí y me dijo que el alma más perfecta y santa es aquella que cumple la voluntad de su Padre, pero son pocas estas almas. Con un amor singular mira al alma que vive según su voluntad.
La esencia de las virtudes es la voluntad de Dios.


El Señor me dirigió la palabra: Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones. Yo repuse: ¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que solo soy un niño. El Señor me contestó: No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor– (Jer 1,4-8)
Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó […] Mira si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos […] El joven le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego ven y sígueme (Mt 19,16-22).
El ángel le replicó: «¿Has olvidado el encargo de tu padre: que te casarás con una mujer de la familia? […] No te preocupes y cásate con ella […] esta noche te la darán por esposa […] No temas, porque está destinada para ti desde la eternidad. Tú la salvarás y ella se irá contigo (Tb 6,16-18).