Quiénes somos
Somos y nos llamamos Monjas Agustinas Contemplativas, y pertenecemos a la Orden de San Agustín (OSA). En ella vivimos, ante todo, una dimensión orante y contemplativa.
Pero, puesto que monja, para San Agustín, es aquella que “se hace una con las otras” (Coment. al salmo 132,6), junto con esta dimensión contemplativa y orante cobra relevancia especial la propia vida comunitaria.
Es lo que viene expresado en el primer párrafo de la Regla que el Santo dedicó a sus comunidades de hombres y mujeres, y que reza así:
“La razón primera y fundamental por la que os habéis reunido en comunidad es: para vivir unánimes en el monasterio, tener una sola alma y un solo corazón hacia Dios, y no considerar nada como propio, sino tenerlo todo en común” (Regla,3).
Nuestra vida
Si a la búsqueda de Dios y a la vida en común añadimos el trabajo manual o intelectual, tendremos lo más propio de nuestro proyecto monástico agustiniano.
Oración-contemplación. “Nada mejor, nada más gozoso -dice San Agustín- que, apartado de todo bullicio, profundizar en el tesoro divino” (Serm. Frangipane, 2, 4). Buscamos a Dios en el “a solas” con Él. He ahí la tarea principal de las Monjas Agustinas Contemplativas en la Iglesia y para la Iglesia. En la oración contemplativa nosotras completamos la actividad evangelizadora de toda la Orden.
Vida común en amistad. “¿Quiénes deben tener más amistad que quienes se cobijan bajo un mismo techo?”(De Civ. Dei, 13, 5).
Nuestra vida comunitaria lleva la marca de una verdadera amistad. La amistad con Dios y con las Hermanas nos hace vivir felices. “La experiencia de una fraternidad sincera y de una verdadera amistad caracterizan nuestra vida contemplativa y constituyen nuestro específico testimonio” .
Trabajo. “El amor a la Verdad busca contemplación, la necesidad de la caridad acepta una justa actividad” (De Civ. Dei; 19,19). Es decir, al “negotium instum” (oración-contemplación) ha de seguirle necesariamente el “negotium iustum”(actividad-trabajo). Un trabajo que lleva siempre la marca de nuestro vivir comunitario, que exige realizarlo “con esmero y prontitud de ánimo” (Regla,13).
Si te llama
¿Sientes vacío e inquietud en lo más profundo de tu corazón? –Antes que tú también lo sintió AGUSTÍN, que nos dijo: “Nos has hecho, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” (Confes.,1,1).
¿Has pensando que la invitación al joven del evangelio –“si quieres ser perfecto… ven y sígueme” –te la puede estar haciendo a ti el Señor? No le digas que no.
¿Has oído hablar de Rita de Casia, Clara de Montefalco, Inés de Beniganim, Ana Guillén…? Fueron otras jóvenes que en un momento de su vida escucharon la voz del Señor que las llamaba a la vida contemplativa agustiniana.
¿No podría el Señor estar pensando en ti para que entres a formar parte del “corazón de la Iglesia” en nuestra fraternidad contemplativa? La vocación agustiniana enciende el mundo de amor. Nuestro emblema es un corazón encendido y atravesado por el dardo de la caridad. Es el CORAZÓN de Agustín.
AGUSTINAS DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN
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